

Crónica de una mujer feliz
Griselda Blanco cuenta que hace dos años, cuando empezó a concurrir a las clases de zumba en el club Sportivo, pesaba 160 kilos. “Después de muchas idas y venidas, de enfocar años de mi vida en el bienestar de mi papá y de mi hijo, empecé a darme cuenta de que yo me había relegado, me dejé de lado y entendí, que debía ocuparme de mí porque, si yo no lo hacía, nadie más lo iba a hacer”, dice la mujer de la sonrisa siempre presente a Quintaesencia, mientras aún se escuchan los sones de alguna que otra bachata, cumbia o reguetón de fondo.


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